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Lo importante no es ganar sino participar, es el consuelo para perdedores por excelencia. 27 de Abril de 2010, Camp Nou. El Inter de Milán contra todo pronóstico elimina al FC Barcelona en las semifinales de la Champions League. José Mourinho, técnico del Inter por aquel entonces y émulo de Nereo Rocco, empleó un sistema táctico muy defensivo que noqueó todas las opciones de remontada de los azulgranas. Dicho sistema, popularmente conocido como catenaccio y que prolifera en las formaciones de muchos equipos italianos, fue duramente criticado por los aficionados del Barça tras la eliminatoria. Recibió todo tipo de calificaciones: destructivo, feo, injusto, inmoral, atentatorio de los derechos más sagrados de la humanidad … pero lo que nadie insinuó es que la estrategia desplegada por el once del jacarandoso Mourinho era ilegal. A pesar de ser la antítesis del juego del Barça, no podemos discutir la validez ni la legimitidad de la victoria del Inter. Y es que esa noche hicieron lo que tenían que hacer, eliminar al equipo rival. Para eso es lo que les pagan.

A los futbolistas no les pagan por tener la velocidad ni el regate de Messi, ni el control ni la visión de juego de Xavi, ni la seguridad ni el desparpajo de Pepe Reina, ni siquiera por tener la polla de Yaya Touré. La remuneración que reciben los jugadores de fútbol simplemente tiene como mero objetivo ganar a los rivales. Ganar, ganar y ganar. Eso es lo que mantiene a un equipo en lo más alto y a sus bolsillos llenos.

La Teoría del Torneo fue desarrollada por los economistas Edward Lazear y Sherwin Rosen. Esta teoría se usa para calcular remuneraciones variables no dependiendo de la productividad marginal, sino en base a las diferencias relativas entre un grupo determinado de personas que trabajan en una misma organización. De otra manera, este sistema se basa en enfrentar a compañeros de una empresa premiando a aquellos que destaquen sobre los demás en un objetivo determinado. Este premio podría tratarse de una paga extra, una promoción en la organización o un viaje a las Islas Fiji. Las reglas del juego son fáciles, destacar sobre los demás compañeros.

Imaginemos por un momento que trabajamos como periodista en la redacción de un diario online. La dirección del rotativo nos premia a cada redactor si un artículo alcanza un número de lecturas en un determinado periodo de tiempo. Este incentivo se trataría de un pago por el rendimiento absoluto, es decir, solamente tiene en cuenta un objetivo global alcanzado por un individuo, dejando a un lado el rendimiento alcanzado por los demás. Sin embargo en la teoría del torneo se mide el rendimiento relativo, teniendo el cuenta el rendimiento de los demás. Entonces la compañía podría cambiar las reglas del juego, premiendo a aquel que escriba el artículo que obtenga más lecturas en un determinado período.

Habría varios métodos para conseguir el premio. Algunos se limitarían a intentar escribir buenos artículos, que interesen a un gran número de público y así conseguir el mayor número posible de lecturas. Pero ojo, otros más avispados podrían usar otros métodos menos ortodoxos para conseguir el premio, como intentar que los demás compañeros pierdan. Esto crearía un tenso ambiente de trabajo, rompiendo la armonía del compañerismo. Lo que se diseñó para motivar podría terminar frustrando a los trabajadores. Por eso tenemos que ser cuidadosos y vigilar el ambiente si finalmente decidimos implementar un torneo para motivar a nuestros empleados.

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Alfonso Jiménez

Software Engineer at Jobandtalent


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