Una propina consiste en el pago voluntario como recompensa por un buen trato recibido. Generalmente estos pagos van dirigidos a empleados del sector servicios (camareros, taxistas, …). En Europa es bastante común dejar una parte del cambio como propina cuando la atención por parte del servidor ha sido excepcional y por lo consiguiente el cliente se siente muy satisfecho por ello. En mi caso suelo dejar algo de propina cuando en un restaurante me sirven extraordinariamente bien, es decir, en muy pocas ocasiones. Y con esto no quiero decir que me traten mal ni mucho menos. En muchos restaurantes se incluye en la factura un cargo extra por el servicio (normalmente viene descrito en concepto de cubierto), el cual por ley el cliente está en pleno derecho a no pagar en caso de que el servicio no haya sido lo suficientemente bueno.
En los Estados Unidos la cultura de la propina es bastante peculiar, incluso puede resultar un tanto chocante para el visitante. Es un objeto de opiniones sin límites y dispares, aunque está más que asumido resignadamente por la sociedad estadounidense. Aquí la propina entra en un escenario donde deja de ser voluntaria y pasa a ser una obligación moral. Tal es dicha obligación, que si no se deja propina la sensación equivale a marcharse del establecimiento sin pagar. Esta práctica aceptada por la sociedad establece que es necesario propinar a la persona que te sirve una cantidad comprendida entre el 10% y el 20% del importe total de la factura. Es muy probable que si en un restaurante no dejas nada de propina el camarero te exija su gratificación, ya que lo consideran como una buena parte de su sueldo. Y digo una buena parte de su sueldo porque en los Estados Unidos un camarero normalmente cobra el minimum wage establecido por cada estado, entonces la mayoría de las veces la recaudación de propinas puede llegar a superar al propio salario. De hecho las propinas se incluyen en la declaración fiscal como ingresos (al menos un 8%), un invento del orwelliano IRS (Internal Revenue Service) para intentar subsanar los agravios producidos en la economía sumergida del país, porque… ¿cuanto dinero se mueve al año en los Estados Unidos en concepto de propinas? Obviamente este sistema es el negocio perfecto para el dueño del restaurante, puesto que no necesita pagar a sus empleados un salario relativamente alto, ya que éstos se complementan gracias a la “voluntad” de los clientes y evitan el tener que abonar una cantidad bastante importante de impuestos.
En mi opinión cuando una propina deja de ser voluntaria deja de ser propina. He vivido experiencias totalmente opuestas en otros países como Japón, donde el hecho de dejar una propina puede llegar a ser incluso ofensivo para el camarero. Personalmente pienso que los gastos del servicio deberían de estar incluido siempre en el precio que aparece en el menú, como también lo están la mesa y el mantel que se predispone para el cliente. Además, el buen servicio es aquel que resulta totalmente transparente para el consumidor, no se trata de ofrecer una adulación extrema por el mero hecho de conseguir una propina mayor.
Un argumento, que por cierto no me gusta nada, a favor de las propinas obligatorias en USA se basa en que el salario medio de un camarero es bastante bajo. Aunque no me da exactamente igual, me temo decir que este problema no atañe al cliente. Puestos así hasta se puede considerar como una desigualdad de oportunidades respecto a otros trabajadores de sectores diferentes y con sueldos bajos. De este modo, ¿por qué no propinamos a una señora de la limpieza o a un cajero de de un supermercado?
También cabe decir que el sistema proclive a calcular una propina basada proporcionalmente al total de la factura me parece un tanto irracional. Siguiendo la regla del 20%, si en un restaurante pido una botella de vino valorada en $40 necesitaría pagar $8 en concepto de propina. Sin embargo, si pido otra botella valorada en $400, el gasto correspondiente a la propina asciende a $80. ¿Realmente supone al camarero una carga mayor de trabajo traer una botella más cara o más barata? A mi modo de ver, esta fórmula carece de sentido.
Por suerte o degracia y debido al carácter intangible del asunto, seguiré propinando a diestro y siniestro mientras esté por Estados Unidos, remitiéndome al proverbio de San Ambrosio de Milán, cuando estés en Roma, haz como los romanos.